miércoles, 1 de diciembre de 2010

La muerte como instrumento sensacionalista

¿Es sensacionalismo lo que demandamos los consumidores de información o son los propios medios quiénes nos hacen tener una visión sensacionalista? Cuando uno acude a un medio de comunicación lo que pretende es informarse de los acontecimientos tanto nacionales como mundiales. Pero mucha veces esta información está orientada a llamar la atención del consumidor más que centrarse en el hecho puramente noticioso. Parece que importa más el detalle del morbo que los propios hechos y sucesos. Los medios de comunicación en su afán de ganar adeptos, muchas veces  muestran hasta el hecho más punible de la noticia. Es importante destacar la noticia e imaginar la situación y ver imágenes empíricas, pero no a cualquier precio. Añado dos fotos en relación a mi anterior post sobre El Aauín. En una se muestra la imagen de la noticia sobre el desalojo forzoso del campamento y en la otra foto se ve a un muerto tras el desalojo. ¿Es necesario ver un muerto para ver que es un hecho grave o basta con ver las imágenes del campamento arrasado?
Sin embargo, igual de criticable es la actitud del consumidor de información que lo que más le gusta y llama la atención es la imagen más morbosa. Igual de destacable es la parrilla de programación de las principales cadenas españolas sean programas del corazón y que el sector más demandado en Internet sea la prensa rosa. Todo se comenta y todo se cotillea.




¿Es necesario el sensacionalismo en los medios de información?

Desde que el crimen de la calle de Fuencarral arrancase las primeras planas de los periódicos de la época en 1888 ha habido inumerables situaciones que han dado pie a noticias enfocadas desde una visión sensacionalista.

Cada día los lectores nos enfrentamos a imágenes que describen muy explicitamente hechos trágicos. Un ejemplo de ello son los atentados del 11 de marzo del 2004. Los días siguientes al suceso, la prensa española lleno varias hojas -la televisión minutos- con las imágenes más escabrosas de lo ocurrido. Se podía ver los trenes destrozados con los boquetes que dejaron las explosiones, pero lo más duro fue ver directamente las personas calcinadas, partes del cuerpo humano esparcidas por los alrededores, entre otras cosas, todo ello acompañado de informaciones que ayudaban a incrementar el morbo de lo que nos quería transmitir el medio.

Pero lo más lamentable de todo esto es que los individuos cada vez nos vamos acostumbrando a ver esto, nos mimetizamos y ya no nos impacta, es más, las empresas informativas consiguen incrementar las ventas de sus productos con estas prácticas.

Otros hechos más recientes como la erupción del volcán en Indonesia o el brote de cólera de Haití han protagonizado los medios, muchos de los periódicos de información general de España han situados en sus portadas fotografía con imágenes drámaticas.

Parece que el ser humano necesita el morbo, la primera reacción va ser apartar la vista de aquello que le desagrada, pero en seguida se sentirá menos violentado. Esto lo saben los que nos tienen que informar, juegan con esa ventaja y no van a dejar de emitir esas imágenes.


¿Cuál es la solución? que los medios de comunicación respeten a las personas que salen en esas fotografías -y a los que las tienen que ver-, aunque sea un hecho noticiable, que no se tomen su vida como un juego y como la única manera de hacer llegar lo ocurrido a la sociedad, que transmitan la información desde la moral y no en busca de causar un mayor impacto visual y si es necesario, que describan los hechos con palabras, pero sin caer en el morbo.